sábado, 6 de septiembre de 2014

Canoa

El valle dejaba de serlo
inundado por garza sangre
cosecha de un hombre de lluvia.

Fluyen las aguas sucias
hasta la desembocadura.
Viste un blanco prestado,
cree cautiva a la luna.
«No es reflejo. La he cazado:
la del cielo es una impostora».
Pulveriza la tierra a su paso,
hace de las raíces briznas.

«Soy vaso, grueso, duro.
Descarnado en mi crudeza
como si hecho de greda.
Bien mirado, fuiste difunto:
ahí falta linfa de hidalgo».
Mulo y recio desbordaba;
asesino de ninfas, se ahogaban.
Sus cuerpos se hacían nenúfares
y el estanque se alimentaba.

Ella fabricó una canoa,
selló con resina las juntas.
Navegó río arriba hasta el caño
y vio que era artificio humano.

A la mar devolvió los peces,
donde cada gota es milagro.
Desoyó el rumor de la corriente
y soñó con volver al océano.

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